miércoles, 22 de abril de 2009

8

Esa tarde la pasó angustiosa, dándole vueltas a una idea que le rondaba todo el día, pero estaba indecisa. Salió del edificio, tomó el autobús y sin saber como, se encontró en la calle donde vivía él. Cuando cruzó el umbral del portal se encontró con la cotilla de la portera, desde el principio le había caído mal. Y ya difícilmente cambiaría su opinión sobre ella, casi la odiaba. Cuando llegó al rellano de la escalera del último piso, llamo al timbre por miedo a encontrarse con alguna sorpresa, nada, no contestaba nadie. Insistió y obtuvo la misma respuesta. Con miedo y con la mano temblando introdujo la llave en la cerradura, intentó abrirla, pero para sorpresa de ella la llave se negaba a ceder; la luz del corredor se apagó, volvió al rellano y la encendió; en la puerta contigua se oían voces, sonidos de que alguien estaba celebrando una fiesta. Volvió aturdida a la puerta y volvió a llamar, pero nada, de nuevo intento abrir con la llave ¡nada¡. Empezó la angustia y los insultos mentales. ¿Por qué no podía abrir con la llave? ¿qué ocurría? ¿qué hacer? ¿dónde ir a esas horas de la noche...? Y de pronto oyó la respiración de alguien detrás de la puerta. Se abrió la puerta y ella pudo ver su rostro, una expresión de fastidio. Entro y empezó a encontrarse incomoda, fuera de lugar (como tantas veces) ¿Había alguien en la otra habitación? En su intimidad se sentía degradada. En un primer momento, esa habitación había sido un cálido refugio que había dado consuelo a su dolor. Pero últimamente, a medida que su soledad y su insatisfacción iban en aumento, se sentía encerrada en ella, como dentro de una prisión. Parecía simbolizar su fracaso. Noches de rabia y frustración seguirían a las noches de dolor y siempre aquella soledad, que se iba acentuando cada vez más, que la iba atormentando con el transcurso de las semanas. En aquel momento sólo deseaba salir de allí cuanto antes e irse a algún lugar donde pudiera estar sola, pero ¿cómo escapar? Allí seguía inmóvil, ¿Por qué surgen esas situaciones tan embarazosas? ¿Por qué esos momentos tan tensos?.....

jueves, 16 de abril de 2009

7

El día lo pasó en el hospital. Las horas allí se hacían interminables, parecían como si los relojes se hubiesen parado, y aún se hacía más interminable cuando se espera la llamada de alguien y ese alguien no llamaba. Ella siempre había necesitado que le demostraran afecto y el cariño de la gente, no se conformaba con saber que estaban ahí; en cierto modo agradecía que la mimasen, que estuviesen pendiente de ella, pero hay ocasiones en que la gente no se da cuenta y no sabe estar a la altura de las circunstancias. Ella ahora lo estaba pidiendo a gritos, pero sus lamentos no pasaban de su garganta, se ahogaban y sentía una rabia incontrolada al poder comprobar que se encontraba rodeada por personas que no interpretaban los sentimientos con la misma intensidad que ella.

De nuevo la sala se empezó a llenar de gente, de nuevo se podía oír el murmullo soñoliento y adormecedor. A su alrededor se formaban los habituales corrillos, cada cual contaba sus cosas a propios y extraños. Es increíble con que facilidad se pueden contar los problemas a personas que no conocemos de nada, pero al igual que la felicidad, el dolor puede unirnos a personas que tal vez no volvamos a ver en nuestra vida. Todo lo que veía a su alrededor le era ya familiar, había pasado tantas horas esperando que formaba parte de ella....